Viernes III Semana de Pascua
«Yo lo resucitaré en el día final»
📘 Primera Lectura: Libro de los Hechos de los Apóstoles 9, 1-20
Saulo, que todavía respiraba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote
y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de traer encadenados a Jerusalén a los seguidores del Camino del Señor que encontrara, hombres o mujeres.
Y mientras iba caminando, al acercarse a Damasco, una luz que venía del cielo lo envolvió de improviso con su resplandor.
Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?».
El preguntó: «¿Quién eres tú, Señor?». «Yo soy Jesús, a quien tú persigues, le respondió la voz.
Ahora levántate, y entra en la ciudad: allí te dirán qué debes hacer».
Los que lo acompañaban quedaron sin palabra, porque oían la voz, pero no veían a nadie.
Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco.
Allí estuvo tres días sin ver, y sin comer ni beber.
Vivía entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en una visión: «¡Ananías!». El respondió: «Aquí estoy, Señor».
El Señor le dijo: «Ve a la calle llamada Recta, y busca en casa de Judas a un tal Saulo de Tarso.
El está orando y ha visto en una visión a un hombre llamado Ananías, que entraba y le imponía las manos para devolverle la vista».
Ananías respondió: «Señor, oí decir a muchos que este hombre hizo un gran daño a tus santos en Jerusalén.
Y ahora está aquí con plenos poderes de los jefes de los sacerdotes para llevar presos a todos los que invocan tu Nombre».
El Señor le respondió: «Ve a buscarlo, porque es un instrumento elegido por mí para llevar mi Nombre a todas las naciones, a los reyes y al pueblo de Israel.
Yo le haré ver cuánto tendrá que padecer por mi Nombre».
Ananías fue a la casa, le impuso las manos y le dijo: «Saulo, hermano mío, el Señor Jesús -el mismo que se te apareció en el camino- me envió a ti para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo».
En ese momento, cayeron de sus ojos una especie de escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado.
Después comió algo y recobró sus fuerzas. Saulo permaneció algunos días con los discípulos que vivían en Damasco,
y luego comenzó a predicar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.
📗 Salmo 117(116), 1.2
¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos!
Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre.
¡Aleluya!
📖 Evangelio San Juan 6, 52-59
52 Luego los judíos comenzaron a discutir entre ellos, diciendo: “¿Cómo puede este hombre dar su propia carne para que comamos?”
53 Entonces Jesús les dijo: “Ciertamente les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. 55 Porque mi carne es la verdadera comida, y mi sangre es la verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí, y yo vivo en él. 57 El Padre, que tiene vida, me envió, y por Él tengo vida; de la misma manera todo el que coma mi cuerpo, vivirá a causa de mí. 58 Este es el pan que bajó del cielo. No es como el pan que comieron sus antepasados y aún murieron. La persona que coma de este pan vivirá para siempre”.
59 Jesús dijo estas cosas cuando estaba enseñando en la sinagoga de Capernaúm.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
😇Palabra del Señor