Jueves III Semana de Adviento
«Quien es el menor en el Reino de Dios es más grande que él»
📘 Primera Lectura: Isaías 54, 1-10
¡Ensancha el espacio de tu carpa, despliega tus lonas sin mezquinar, alarga tus cuerdas, afirma tus estacas!
Porque te expandirás a derecha y a izquierda, tu descendencia poseerá naciones enteras y poblará ciudades desoladas.
No temas, porque no te avergonzarás: no te sonrojes, porque no serás confundida: olvidarás la ignominia de tu adolescencia y no te acordarás del oprobio de tu viudez.
Porque tu esposo es aquel que te hizo: su nombre es Señor de los ejércitos; tu redentor es el Santo de Israel: él se llama «Dios de toda la tierra».
Sí, como a una esposa abandonada y afligida te ha llamado el Señor: «¿Acaso se puede despreciar a la esposa de la juventud?». dice el Señor.
Por un breve instante te dejé abandonada, pero con gran ternura te uniré conmigo;
en un arrebato de indignación, te oculté mi rostro por un instante, pero me compadecí de ti con amor eterno, dice tu redentor, el Señor.
Me sucederá como en los días de Noé, cuando juré que las aguas de Noé ni inundarían de nuevo la tierra: así he jurado no irritarme más contra ti ni amenazarte nunca más.
Aunque se aparten las montañas y vacilen las colinas, mi amor no se apartará de ti, mi alianza de paz no vacilará, dice el Señor, que se compadeció de ti.
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo
y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro. Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría. «Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor.»
Tú convertiste mi lamento en júbilo,
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!
Evangelio según Lucas 7, 24-30
24 Cuando los discípulos de Juan se fueron, Jesús comenzó a contarle a las multitudes acerca de Juan:
“¿Qué fueron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 25 ¿Qué vieron? ¿Un hombre bien vestido? ¡Ahora, aquellos que se visten con ropas lujosas y viven con lujo viven en los palacios! 26 Entonces díganme: ¿qué fueron a ver? ¿Un profeta? Sí, les digo, más que un profeta. 27 Porque Juan es de quien ha sido escrito:
“He aquí que envío mi mensajero delante de tu rostro, para preparar tu camino delante de ti” (Mal 3:1).
28 “Les digo que de todos los hombres que nacieron de mujer, no hay ninguno más grande que Juan. Pero quien es el menor en el Reino de Dios es más grande que él”.
29 Los recaudadores de impuestos y todas las personas al escucharlo, reconocieron la justa obra de Dios y fueron bautizados por Juan. 30 Pero los fariseos y maestros de la Ley no quisieron ser bautizados por Juan y, por tanto, rechazaron el plan de Dios para ellos.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR