Sábado XXV Semana del Tiempo Ordinario
«El Hijo del hombre va a ser entregado»
📘 Primera Lectura: Eclesiastés 11, 9-10.12,1-8
Aparta de tu corazón la tristeza y aleja de tu carne el dolor, porque la juventud y la aurora de la vida pasan fugazmente.
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días penosos y vengan los años en los que dirás: «No encuentro en ellos ningún placer»;
antes que se oscurezcan el sol y la luz, la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes cargadas de lluvia.
En aquel día temblarán los guardianes de la casa y se encorvarán los hombres vigorosos; se detendrán las moledoras, que ya serán pocas, y se oscurecerán las que miran por las ventanas;
se cerrarán las puertas de la calle, mientras declina el ruido del molino; cesará el canto de los pájaros y enmudecerán las que entonan canciones.
Entonces se temerán las cuestas empinadas y los terrores acecharán por el camino. El almendro estará florecido, se pondrá pesada la langosta y la alcaparra perderá su eficacia. Porque el hombre se va a su morada eterna, mientras las plañideras rondan por la calle.
Sí, acuérdate de él antes que se corte la hebra de plata y se quiebre la ampolla de oro, antes que se haga pedazos el cántaro en la fuente y se rompa la cuerda del aljibe;
antes que el polvo vuelva a la tierra, como lo que es, y el aliento vuelva a Dios, porque es él quien lo dio.
¡Vanidad, pura vanidad!, dice Cohélet. ¡Nada más que vanidad!
📗 Salmo 90(89), 3-4.5-6.12-13.14.17
con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”.
Porque mil años son ante tus ojos
como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche. Tú los arrebatas, y son como un sueño,
como la hierba que brota de mañana:
por la mañana brota y florece,
y por la tarde se seca y se marchita. Enséñanos a calcular nuestros años,
para que nuestro corazón alcance la sabiduría.
¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo…?
Ten compasión de tus servidores. Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que descienda hasta nosotros
la bondad del Señor;
que el Señor, nuestro Dios,
haga prosperar la obra de nuestras manos.
📖 Evangelio según San Lucas 9, 43b-45
Todos estaban maravillados de lo que Jesús estaba haciendo, y les dijo a los discípulos:
44 “No olviden estas palabras porque el Hijo del Hombre ha de ser entregado en manos de los hombres”.
45 Pero ellos no entendían esto, porque les había sido ocultado estas palabras para que no las entendieran. Y tenían miedo de hacerle preguntas a Jesús sobre lo dicho.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
😇Palabra del Señor