Jueves XX Semana del Tiempo Ordinario
«Muchos están invitados, pero pocos son elegidos»
📘 Primera Lectura: Jueces 11, 29-39a
Entonces hizo al Señor el siguiente voto: «Si entregas a los amonitas en mis manos,
el primero que salga de la puerta de mi casa a recibirme, cuando yo vuelva victorioso, pertenecerá al Señor y lo ofreceré en holocausto».
Luego atacó a los amonitas, y el Señor los entregó en sus manos.
Jefté los derrotó, desde Aroer hasta cerca de Minit – eran en total veinte ciudades – y hasta Abel Queramím. Les infligió una gran derrota, y así los amonitas quedaron sometidos a los israelitas.
Cuando Jefté regresó a su casa, en Mispá, le salió al encuentro su hija, bailando al son de panderetas. Era su única hija; fuera de ella, Jefté no tenía hijos ni hijas.
Al verla, rasgó sus vestiduras y exclamó: «¡Hija mía, me has destrozado! ¿Tenías que ser tú la causa de mi desgracia? Yo hice una promesa al Señor, y ahora no puedo retractarme».
Ella le respondió: «Padre, si has prometido algo al Señor, tienes que hacer conmigo lo que prometiste, ya que el Señor te ha permitido vengarte de tus enemigos, los amonitas».
Después añadió: «Sólo te pido un favor: dame un plazo de dos meses para ir por las montañas a llorar con mis amigas por no haber tenido hijos».
Su padre le respondió: «Puedes hacerlo». Ella se fue a las montañas con sus amigas, y se lamentó por haber quedado virgen.
Al cabo de los dos meses regresó, y su padre cumplió con ella el voto que había hecho. La joven no había tenido relaciones con ningún hombre. De allí procede una costumbre, que se hizo común en Israel.
📗 Salmo 40(39), 5.7-8a.8b-9.10
toda su confianza,
y no se vuelve hacia los rebeldes
que se extravían tras la mentira! Tú no quisiste víctima ni oblación;
pero me diste un oído atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces dije: “Aquí estoy. En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
yo amo, Dios mío, tu voluntad,
y tu ley está en mi corazón». Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,
Tú lo sabes, Señor.
📖 Evangelio según San Mateo 22, 1-14
1 Nuevamente Jesús usó parábolas para hablar con la gente y les dijo: 2 “El Reino de los Cielos es como un rey que ha preparado una fiesta de bodas para su hijo. 3 Envió a sus sirvientes a que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron venir al banquete. 4 Luego envió a otros siervos diciéndoles: ‘Díganles a los invitados que ya he preparado mi comida para la fiesta: ya han matado mis terneros y mis reses engordadas, y todo está listo. ¡Vengan a la fiesta de bodas!’ 5 Pero a los invitados no hicieron caso de la invitación y se fueron a atender sus asuntos: uno se fue a su granja y el otro a su almacén. 6 Otros agarraron a los siervos, los golpearon y los mataron. 7 El rey estaba tan enojado que mandó a su ejército a matar a los asesinos y a quemar su ciudad. 8 Luego dijo a sus sirvientes: ‘Mi fiesta de bodas está lista, pero los invitados no se lo merecían. 9 Ahora vayan por las calles, al cruce de los caminos, e inviten a todos los que encuentren’. 10 Entonces los sirvientes salieron a las calles y reunieron a todos los que pudieron encontrar, tanto buenos como malos. Y el salón de bodas estaba lleno de gente. 11 Cuando el rey entró a ver a los invitados, vio a un hombre que no vestía la ropa de fiesta 12 y le preguntó: ‘Amigo, ¿cómo entraste aquí sin ropa de fiesta?’ Pero el hombre se quedó callado. 13 Entonces el rey dijo a los sirvientes: ‘Atenlo de pies y manos y échenlo a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes’. 14 Muchos están invitados, pero pocos son elegidos”.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
😇Palabra del Señor