Esta es una expresión que debe regir nuestra vida como seres humanos. En realidad no decimos decir nunca un adiós definitivo, es siempre un hasta luego, o de otra manera: nos volveremos a ver.
Dos personas que se despiden no pueden decirse: no nos volveremos a ver, sino hasta luego; y las personas que dicen que no quieren volver a ver otras personas por razones personales, tal vez de odio, tienen que decir ¡hasta luego!, porque tarde o temprano tendrán que encontrarse otra vez con esa persona y tendrán que arreglar esos pleitos dejados sin arreglar, así es la vida.
Y todavía más: la muerte no es un adiós, es un hasta luego, porque después de la muerte nos volveremos a encontrar. ¡Hasta luego! debe ser la expresión que nos rija, y un adiós equivale a un hasta luego, porque no hay -repetimos-, despedidas definitivas en ningún lugar, aunque nosotros pretendamos hacerlo, siempre hay que decir ¡Hasta luego, nos volveremos a ver! Hasta luego, es decir…
Hasta mañana si Dios usted y yo lo queremos.
Fuente: Mons. Ramón de la Rosa