«Si quieres, puedes sanarme»
Hno. Ricardo Grzona, frp
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PRIMERA LECTURA: Levítico 13, 1-2.45-46
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 32 (31), 1-2.5.11
SEGUNDA LECTURA: 1 Corintios 10,31-33.11,1
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Marcos 1, 40-45
40 Un leproso se le acercó rogándole de rodillas diciéndole: “Si quieres, puedes sanarme”.
41 Jesús sintiendo compasión, lo tocó y dijo: “Si! quiero. Estás sano”. 42 Al instante la lepra desapareció y fue sanado.
43 Enseguida Jesús le ordenó severamente al despedirse de él: 44 “¡Mira! No le digas esto a nadie, pero ve y muéstrate al sacerdote para que te examine. Luego, para demostrar a todos que estás curado, ve y ofrece el sacrificio que Moisés ordenó”.
45 Pero el hombre, apenas se alejó comenzó a contar lo ocurrido y se corrió la voz. Es por eso que Jesús ya no podía entrar tranquilamente en ninguna ciudad, sino que estaba en lugares despoblados, pero aun así gente de todas partes venía a buscarlo.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
El Evangelio de este domingo toma uno de los temas centrales que existen en el Antiguo Testamento, ahora visto por Jesús. La enfermedad estaba considerada como un castigo de Dios por el pecado. Máxime una dolencia como la lepra.
En la primera lectura, tomada del libro del Levítico, todo el capítulo 13 explica cómo debían excluir de la comunidad al pobre enfermo y éste cómo debía pedir limosna para subsistir. Era una situación totalmente denigrante y humillante. Nadie podía tocar a alguien contaminado por el pecado y la enfermedad, porque inmediatamente, de acuerdo a la Ley del Antiguo Testamento quedaba impuro también. El único que podía certificar que el enfermo se había curado era el sacerdote, lo que implicaba también que sus pecados habían sido perdonados.
El diálogo es de una simpleza pero también de una gran profundidad. El leproso se acerca lo más que puede. Hay un límite establecido. Y arrodillándose, postrándose en tierra, humillándose más aún, le dice la frase que conmueve el corazón de Jesús: “Si quieres, puedes sanarme”. Es de notar, que el leproso nunca duda de la autoridad de Jesús. Seguramente ya escuchó de las sanaciones y liberaciones que Jesús había hecho. Por esa razón, no preguntó “si puedes cúrame” no, le dijo “si quieres”. El leproso apunta a la voluntad del que todo lo puede. Tal vez presentando Marcos como un modelo de oración, sintética y efectiva.
El evangelista inmediatamente pone cuatro verbos que Jesús realiza en bien de este hombre: Se compadeció, extendió la mano, lo tocó y dijo: lo quiero, queda sano. Es importante destacar todos los verbos, puede denotan las acciones que Jesús realiza en bien de este hombre. Primero se compadeció. Es decir fue capaz de compartir la desgracia ajena, sentirla y dolerse de ella. Tener lástima o pena por el sufrimiento del otro. Es un verbo interno, que sucede dentro del corazón, no se puede ver, pero es algo que ocurre y aquí lo narra Marcos. El segundo es que Jesús extendió su mano, es decir salió de su “zona de seguridad y fue al encuentro del que sufre. El tercer verbo es: “lo tocó”. Aquí Jesús estaba haciendo algo que no podía según la Ley de Moisés. Al impuro no se lo podía tocar. Pero Jesús viene a dar cumplimiento mayor a la Ley de Moisés.
Reconstruimos el texto:
- ¿Cómo comienza este relato?
- ¿Quién se acercó a Jesús y qué condición tenía?
- ¿Podían estas personas según la Ley de Moisés acercarse a la comunidad?
- ¿Cuáles fueron las palabras que le dijo a Jesús?
- ¿Qué hizo Jesús, cuáles fueron sus acciones?
- ¿Qué le dijo inmediatamente Jesús?
- ¿Una vez curado, qué le dijo que hiciera y qué no hiciera?
- ¿Qué pasó con la gente que conoció el hecho?
2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
- Una vez más la curación es signo de la llegada del Mesías. ¿Soy capaz de acercarme con humildad a Jesús, con lo que tengo, con lo que soy, con lo que necesito?
- ¿Sé identificar mis problemas? De esta manera será más fácil presentárselos al Señor para pedirle que me cure, especialmente de mis enfermedades espirituales, que muchas veces son causa de otros males.
- Señor, si quieres puedes curarme ¿Cuántas veces repito eso en mi vida?
- ¿Siento que el Señor vuelve a extender su mano sobre mí, a tocarme para que quede sano? ¿Le permito al Señor eso? ¿Me encierro en que nadie se acerca a mi vida?
- Muchas veces sin darme cuenta, recibo en mi vida un milagro. ¿Doy gracias a Dios por la vida, por lo que Él me ha dado? ¿o vivo siempre recordando las cosas que me faltan para ser feliz?
- La presencia de Jesús en mi vida ¿hace que salga a anunciar a todos la Buena Noticia? ¿Sólo me quedo con Jesús en mí, sin anunciar ni compartir a los demás?
- ¿Cómo podría yo ser mejor anunciador de las maravillas del Señor?
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Vamos a tomar la Segunda Lectura de este Domingo y vamos a hacerla propia, tomada de la primera Carta a los Corintios:
1,31: Así se cumple lo escrito: El que se gloría que se gloríe en el Señor.
10,31: Entonces, ya coman o beban o hagan lo que sea, háganlo todo para gloria de Dios. 10,32: No sean motivo de escándalo ni a judíos ni a griegos ni a la Iglesia de Dios.
10,33: Como yo, que intento agradar a todos, no buscando mi ventaja, sino la de todos, para que se salven.
11,1: Sigan mi ejemplo como yo sigo el de Cristo.
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.
Añadimos nuestras intenciones de oración.
Amén.
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
«Si quieres, puedes sanarme»
(Versículos 40)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
En lo personal, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Son Importantes en mi crecimiento espiritual e integral. ¿Qué puedo hacer para sentirme humilde? Me propongo una acción concreta humilde y sencilla a favor de alguien que necesite, para poder evangelizar con mi ejemplo.
Con tu grupo, vamos a recordar a todas las personas de nuestras comunidades que están enfermas y vamos a orar por cada una de ellas. Después de este Evangelio, más que nunca, imitar a Jesús, ir a visitar a los enfermos, acompañarlos y llevarles la Buena Noticia.