«¡Cuánto más dará el Padre celestial el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!»
Hno. Ricardo Grzona, frp
Dr. Emilio G. Chávez
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PRIMERA LECTURA: Génesis 18, 20-32
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 138(137), 1-2a.2bc-3.6-7ab.7c-8
SEGUNDA LECTURA: Colosenses 2, 12-14
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Lucas 11, 1-13
1 Un día Jesús estaba orando en un lugar y cuando terminó de orar, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.
2 Jesús le dijo: “Cuando oren, digan:
‘Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre; venga tu reino;
se haga tu voluntad como en el cielo así también en la tierra.
3 El pan nuestro de cada día dánoslo hoy,
4 y perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden. Y no nos lleves hacia la tentación”.
5 Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
“Imaginemos que uno de ustedes tiene un amigo y va a su casa a la medianoche y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes 6 porque un amigo mío acaba de regresar de un viaje y no tengo nada que ofrecerle”.
7 “El amigo le responderá desde adentro: ‘¡No me molestes! La puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos’”.
8 “Yo les digo que aunque no se levante por ser su amigo, ciertamente se levantará por su insistencia y le dará todo lo que necesitan. 9 Por eso yo les digo: pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. 10 Porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y al que llama a la puerta se le abrirá. 11 ¿Algún padre de entre ustedes podrá darle a su hijo una serpiente cuando le pida un pez? 12 O, si el hijo le pide un huevo, ¿le dará un escorpión? 13 Ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más dará el Padre celestial el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!”
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
Gn 18:20-32
Esta lectura relata la famosa intercesión de Abrahán por Sodoma y Gomorra, ciudades notorias por su maldad. La prolongada intercesión del gran patriarca, y su famoso y muy judío “regateo” con Dios (con quien tenía amistad, 2 Cro 20:7; Is 41:8; St 2:23), no valieron para parar la destrucción de estas ciudades, paradígmatica en la antigüedad bíblica. Ver Dt 30:21-27. Lo importante es de destacar el diálogo, la amistad y obviamente la intercesión de los hombres ante Dios, quien, en el fondo, tendrá su Palabra definitiva. (de hecho se salvó Lot y su familia).
Lc 11:1-13
Junto con la primera lectura, el tema se ve que es la necesidad de perseverar en la oración, confiados en que Dios nos escucha y nos concede todo lo que necesitamos. Jesús habla llanamente, usa ejemplos mundanos, argumenta según lo que la exégesis judía llamaba qal wahomer, ‘de lo leve a lo pesado’, lo que llamamos el argumento a fortiori, es decir, si algo vale en lo de poca importancia, cuánto más no valdrá en lo de mucha importancia (ver el ejemplo en Jn 7:23). Si los padres humanos, aun por exasperación, al fin dan lo que se les pide, cuánto más no dará Dios lo que necesitamos, que en la versión de Lucas se resume en que nos dará el “Espíritu Santo” (la versión en Mt 7:11 tiene “cosas buenas”).
Es importante notar que el “tema” del Espíritu Santo no sólo es de suma importancia en Lucas: lo encontramos añadido donde la versión en Mateo no lo tiene, y en muchos pasajes únicos en Lucas. Cf. Mt 4:1 con Lc 4:1; Mt 4:12 con Lc 4:14; Mt 11:25 con Lc 10:21 etc. Para Lucas, el Espíritu Santo es la suma y totalidad de las “Promesas” de Dios. Es la gran “Promesa del Padre,” Lc 24:49; Hch 1:4; 2:33, 37-39. Está íntimamente ligado a la Resurrección de Jesús, que también es el cumplimiento de todas las Promesas de Dios, Hch 13:32-33; 26:4-8. Para Pablo, amigo de Lucas, todas las Promesas de Dios –pudiéramos decir, todo lo que le hemos pedido o podríamos pedir—tienen su “sí” (respuesta positiva, cumplimiento) en Cristo, 2 Co 1:20.
Cuando oramos a Dios, tengamos en claro que Él nos concederá siempre que lo pidamos con fe, al Espíritu Santo. Él, con sus siete dones, podrá darnos la capacidad de entender qué es lo bueno para nuestra vida y qué es lo que se necesita para poder vivir en plenitud. No siempre pedimos cosas buenas para nosotros, a veces nuestros caprichos nos llevan a pedir cosas que nos son importantes. Pedir con claridad al Padre, que nos envíe el Espíritu Santo para que nos otorgue la “visión de Dios” sobre todas las cosas. Y también la intercesión de los demás cristianos, que nos ayuden a pedir a Dios
Reconstruimos el texto:
1. ¿cómo comienza el texto? ¿Qué hacía Jesús?
2. ¿qué es lo que los discípulos le piden a Jesús?
3. ¿Cómo les contesta Jesús, qué les dice que deben hacer como resumen?
4. ¿Qué imagen les dejó después? ¿Cómo comparó la insistencia?
5. ¿Qué agregó finalmente?
6. ¿Qué es lo más importante que debemos pedir a Dios?
3.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
Las lecturas de este domingo, nos presentan la importancia de la intercesión y de la oración.
1. Si pidiéramos gran sinceridad ¿cuánto tiempo dedicas tú a la oración?
2. Para muchos, la oración es pedirle cosas y acciones a Dios ¿En que se basa principalmente tu oración?
3. ¿Eres consciente también de la intercesión por las necesidades de los demás? ¿O sólo te centras en ti mismo?
4. ¿Es tu oración una acción perseverante? O ¿sólo oras cuando tienes necesidades?
5. ¿Estás consciente que el mejor pedido al Señor es que te mande su Santo Espíritu sobre ti para aprender a discernir las cosas y ver con los ojos de Dios las realidades?
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Nuestro momento de decirle al Señor, como una respuesta, de cómo quisiéramos recitar el Padre Nuestro. Cómo quisiéramos orar, no con una recitación rápida, sino con calma, con pausa.
Hagamos nuestra esta oración, que nos une a todos los cristianos:
Padre,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino;
el pan nuestro de cada día danos hoy;
perdona nuestros pecados
como también nosotros
perdonamos a todos los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación.
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.
Amén
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
«¡Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»
(Versículo 13)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo o en grupo, de la Sagrada Escritura, en nuestra vida de seguidores del Señor, para enseñarlo a los demás. Hagamos también una visita a alguna persona que necesita oración, y enseñémosle cómo se hace este método de Lectio Divina, y oramos por sus intenciones. Así cumplimos con la misión que nos encomendó el Señor.