«Yo soy el pan de vida. Quien venga a mí nunca tendrá hambre»
Hno Ricardo Grzona, frp
Cristian Buiani, frp
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PRIMERA LECTURA: Éxodo 16, 2-4.12-15
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 78(77), 3.4bc.23-24.25.54
SEGUNDA LECTURA: Efesios 4, 17.20-24
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Juan 6, 24-35
24 Entonces, cuando la multitud vio que Jesús y sus discípulos no estaban allí, se subieron a las barcas y salieron a Capernaúm para buscarlo.
25 Posteriormente, la multitud encontró a Jesús en el otro lado del lago, y le preguntaron: “Rabí, ¿cuándo llegaste aquí?”
26 Jesús les respondió: “Ciertamente les digo que me buscan porque comieron de los panes y quedaron satisfechos y no porque han visto las señales. 27 No trabajen para obtener la comida que se termina, sino para obtener la comida que dura para la vida eterna que el Hijo del Hombre les dará, porque Él es quien Dios el Padre ha marcado con su sello de aprobación”.
28 Ellos, entonces, le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para poner en práctica lo que Dios quiere?”
29 Respondió Jesús: “¡Dios quiere que crean en el que Él envió!”
30 Le dijeron: “¿Qué señal harás para que te veamos y creamos en ti? ¿Qué puedes hacer? 31 Nuestros antepasados comieron maná en el desierto, como ha sido escrito: “Del cielo les dio pan para que comieran” (Isa 54:13).
32 Jesús les dijo: “Ciertamente les digo que no fue Moisés quien les ha dado el pan del cielo, porque el que da el pan verdadero del cielo es mi Padre. 33 Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo”.
34 Ellos le preguntaron: “¡Señor, danos siempre des ese pan!”
35 Jesús les respondió: “Yo soy el pan de vida. Quien venga a mí nunca tendrá hambre, y quien crea en mí nunca tendrá sed.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
Este Domingo es el XVIII del tiempo ordinario, y continuamos con la lectura del evangelio de San Juan en su capitulo sexto. Este texto es parte del conocido “discurso sobre el Pan de Vida”, que esta íntegramente relacionado al suceso anterior de la multiplicación de los panes.
La gran multitud sigue a Jesús, y lo hace de la forma que puede, sin importar el esfuerzo que ello conlleve, en este caso se acercan en barcas hasta Cafarnaúm. Pero no se busca a Jesús por Jesús mismo, sino lo material por encima de lo espiritual que permanece. Recordemos el signo milagroso de la multiplicación de los panes, este suceso había ocurrido solo pocas horas a tras, y los protagonistas eran en la mayoría estos mismos que se acercan y lo “buscan”.
Jesús les hace notar el interés que los embarga y moviliza; “ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse”. Es decir, no vienen porque reconocen plenamente a Jesús como el Mesías, sino como aquel que logro a través de un signo sobrenatural, darles pan hasta el cansancio. Ellos seguían buscando signos para creer. Jesús les reprocha su actitud, y los exhorta a buscar y trabajar no por el alimento perecedero, sino por el que permanece para la vida eterna. Este pan, es el que dará el Hijo del Hombre, es decir Jesús, quien ha sido marcado por el Padre. Hijo de Hombre, es un de los títulos con los cuales se designa a Jesús en los Evangelios, el más utilizado, y llamativamente el que utiliza Jesús para designarse a sí mismo. Jesús no se llama a sí mismo Hijo de Dios, como sí lo hizo Pedro, y otros en las escrituras, sino que a través de esta designación muestra su abajamiento, y humildad. Entonces el Pan de Vida, lo dará el Hijo de Hombre; Jesús, que fue marcado por el Padre. Marcar es poner signo propio, para que una cosa no se confunda con otras. Se marca algo para reconocerlo, para destacarlo por sobre lo demás. Dios Padre marca a Jesús para compartir con él su naturaleza y atributos divinos.
Creer en aquel que el Padre ha enviado, de eso se trata la obra de Dios. Esta es la respuesta de Jesús a quienes lo seguían. Jesús no les dice directamente en se trata de creer en él, ni tampoco les dice que él mismo es el Hijo de Dios, sino que se pone en el lugar de enviado del Padre, para ser reconocido como tal.
Ante esta respuesta, piden aún más signos, precisan ver para creer. No bastan los panes multiplicados, ni sus palabras, signos, y gestos. Hasta tienen el atrevimiento de preguntarle que obra realiza, menospreciándolo. Le recuerdan el maná que sus antepasados comieron en el desierto. Le repiten la cita del Salmo “les dio de comer el pan bajado del cielo” (Sal. 78, 24). No se trata de un recordar histórico por parte del pueblo, sino una insinuación para que Jesús obre de la misma manera, para que se vuelva a repetir este hecho prodigioso, para poder alimentarse corporalmente.
No es Moisés quien le dio el pan venido del cielo al pueblo, sino que es Dios, el Padre, quien lo da. En su momento fue el maná, ahora da el verdadero pan bajado del cielo. Verdadero, no porque el maná fuese falso, sino por solo era una figura, un anticipo, pero no una realidad. Jesús es el maná que permanece, que el Señor hizo llover del cielo como alimento de los hombres. Porque Cristo, descendió por todos los hombres y hasta el lugar concreto de cada hombre, y de esta forma atrae a todos hacia sí por su gran amor. Este desciende del cielo, y da vida al mundo. No solo al pueblo judío, sino a todo el mundo. Ya no se habla de alimento sino de vida, es decir lo da todo, invita al hombre a la plenitud.
Ellos le responden “danos siempre de ese pan”. Tal vez algunos entendieron correctamente que se trataba del mismo Jesús como el Pan bajado del cielo que se presentaba en medio de ellos, aunque podemos deducir que la mayoría continuaba creyendo que se trataba de un pan material, y no espiritual por lo que expresa Jesús a partir del versículo 35.
Jesús es el Pan de Vida que cura las enfermedades, alivia los dolores, anima en los esfuerzos y sacrificios, y fortalece la esperanza. Dice la Palabra que quien se acerca a él, nunca tendrá hambre. A lo que podemos agregar que nunca tendrán hambre, pero que siempre estarán deseosos de saborear, y saciarse un poco más de la inmensidad del amor de Dios.
Reconstruimos el texto:
- ¿Qué hace la multitud al darse cuenta que Jesús no se encontraba en el lugar?
- ¿Qué le preguntan al encontrarlo?
- ¿Qué dice Jesús sobre porque lo buscan?
- ¿Los exhorta a trabajar para que cosa?
- ¿Quién les dará el alimento no perecedero?
- ¿A quien marcó con su sello el Padre?
- ¿Qué dice Jesús sobre la “obra de Dios”?
- ¿Qué suceso bíblico le recuerdan a Jesús?
- ¿Quién es el que da el verdadero Pan de Cielo? ¿Cuál es el Pan de Dios?
- ¿Qué le pide la multitud con respecto a ese pan?
- ¿Qué dice Jesús que es? ¿Qué pasa a quienes se acercan a él?
2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
- ¿Busco al Señor cada día, para acercarme y encontrarme con Él? ¿Me mueven otros intereses a la hora de buscarlo? ¿Hay en mí comportamientos similares de la multitud que buscaba al Señor por los signos, y el alimento material? ¿Busco ver, para poder creer?
- ¿Qué pan busco, el que perece o el que da vida? ¿Cuáles son esos panes perecederos terrenales que me atan?
- ¿Cuál es mi experiencia personal con el Pan de Vida; Jesús? ¿Al recordar todo lo que es capaz de darle a mí vida, me anima a buscar siempre ese Pan, por encima de cualquier otro?
- ¿Me pregunto que significa creer en Jesús, en esta obra de Dios? ¿Entiendo que creer, requiere de mí una respuesta activa, poniendo mi vida al servicio de Dios, configurándome su discípulo?
- ¿Suelo tener la tentación de sentirme “cómodo” en mi vida espiritual, y quedarme allí sin buscar un poco más? ¿Comprendo que solo el Señor sacia mi “hambre y sed”?
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Tú eres el pan vivo,
Señor de la Vida.
Ayúdanos a creer en tu persona
y vivir según tu Proyecto.
Queremos ser tus discípulos,
artesanos del Reino
y testigos de tu Causa.
Danos siempre de tu pan,
tu persona, tus palabras,
tus enseñanzas, tu práctica,
tu presencia, tu Espíritu.
Para que seamos fuertes en la esperanza,
valientes en el camino,
testimonios de tu amor
¡Señor, danos siempre de tu pan!
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.
Añadimos nuestras intenciones de oración y decimos:
Amén.
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:
«Yo soy el pan de la vida: el que viene a mí no pasará hambre»
(Versículo 35)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Hoy el Señor me invita a reconocerlo como el verdadero Pan de Vida. Me comprometo a buscar personas concretas durante esta semana, que estén pasando un momento difícil, o que estén apegados a “panes terrenales”, y no encuentren la felicidad, y la dicha de la vida, para llevarles consuelo a través de mi testimonio de vida, y de la Palabra del Señor.
En el grupo, nos comprometemos a ser una comunidad. Como siempre, las obras son importantes para demostrar que sí estamos creyendo en el Pan de Vida, que escuchamos sus Palabras y las llevamos a la práctica. Visitar enfermos, niños huérfanos, asilos de ancianos, o bien en nuestras propias comunidades ir como grupo a ver a aquellas personas que necesitan más de nuestra cercanía. Piensen como grupo quiénes son y vayan a hacerse presentes.