Sábado de la VII Semana del Tiempo Ordinario
«Dejen que los niños vengan a mí»
📖 Primera Lectura: Santiago 5, 13-20
Si alguien está afligido, que ore. Si está alegre, que cante salmos.
Si está enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia, para que oren por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor.
La oración que nace de la fe salvará al enfermo, el Señor lo aliviará, y si tuviera pecados, le serán perdonados.
Confiesen mutuamente sus pecados y oren los unos por los otros, para ser curados. La oración perseverante del justo es poderosa.
Elías era un hombre como nosotros, y sin embargo, cuando oró con insistencia para que no lloviera, no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses.
Después volvió a orar; entonces el cielo dio la lluvia, y la tierra produjo frutos.
Hermanos míos, si uno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo hace volver,
sepan que el que hace volver a un pecador de su mal camino salvará su vida de la muerte y obtendrá el perdón de numerosos pecados.
escucha mi voz cuando te llamo;
que mi oración suba hasta ti como el incienso,
y mis manos en alto, como la ofrenda de la tarde. Coloca, Señor, un guardián en mi boca
y un centinela a la puerta de mis labios;
Pero mis ojos, Señor, están fijos en ti:
en ti confío, no me dejes indefenso.
📖 Evangelio según San Marcos 10, 13-16
13 Después de esto, algunas personas llevaron a sus niños a Jesús para bendecirlos, pero los discípulos los reprendieron. 14 Cuando Jesús vio esto, no le gustó y les dijo: “Dejen que los niños vengan a mí y no les prohíban que lo hagan, porque el Reino de Dios pertenece a las personas que son como estos niños. 15 Ciertamente les digo que cualquiera que no reciba el Reino de Dios como un niño nunca entrará en él”. 16 Entonces Jesús abrazándolos, los bendijo, poniendo sus manos sobre ellos.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR