Hay que decirlo muy claramente, muy abiertamente: todo niño que se cría sin padres sufrirá daños y traumas y él mismo u otros deberán reparar esos daños.
Todo niño que vivió esa situación ha de aceptarla honradamente. Ha de buscar ayuda con su parasicólogo, especialista, a quien sea, pero no quedarse ahí, porque sabe que toda la influencia familiar pesa sobre él, importantísima en la vida humana.
Todo niño, yo diría todo ser humano, debe examinarse a sí mismo en su relación con la familia, para valorar lo que ha recibido y para superar lo que tiene de negativo, porque nuestra vida es positiva.
Dichosos aquellos niños que saben tomar entre sus manos esta situación y no quedarse lamentando lo que ha pasado, sino que puedan libremente echar hacia adelante, y dichosos aquellos padres que de alguna manera ayudan a sus hijos, aunque los hayan abandonado.
Fuente: Mons. Ramón de la Rosa
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