Miércoles XI Semana del Tiempo Ordinario
Reflexión de los Evangelios diarios
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo ven a estos momentos donde nos disponemos de corazón y mente para escuchar el mensaje de Dios y ponerlo en acción en nuestra vida. Amén
Evangelio según San Mateo 6, 1-6.16-18
“Tengan cuidado de no hacer su justicia en público para ser vistos por otros. Si lo hacen, no recibirán ninguna recompensa de su Padre en los cielos.
Cuando des limosna, no digas lo que has hecho, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles. Hacen esto para ser felicitados por otros. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Pero cuando des limosna a alguien, que tu mano izquierda no se entere de lo que hace la derecha, de esta manera tu limosna estará en secreto, y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará la recompensa.
Cuando oren, no sean como los hipócritas que les gusta rezar de pie en las sinagogas y las esquinas de las calles para ser vistos por otros. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Pero cuando ores, ve a tu habitación, cierra la puerta y reza a tu Padre que está en lo secreto, y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará la recompensa.
Cuando ayunen, no hagan una cara triste como lo hacen los hipócritas, porque lo hacen para que todos sepan que están ayunando. Ciertamente les digo que ya han recibido su recompensa. Pero cuando tú ayunes, lávate la cara y peina tu cabello para que otros no sepan que estás ayunando, sino solo tu Padre que está en lo secreto sabrá que estás ayunando, y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará la recompensa”.
Palabra del Señor
¿Qué dice el texto?
“…y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará la recompensa.”
¿Qué nos dice Dios en este día a nosotros a través del texto?
Seguramente has leído y escuchado este texto en muchas ocasiones. Me gustaría entender contigo el término que usa Jesús y lo explicamos:
Hipócrita es el adjetivo que se le da a quien actúa con hipocresía, sea porque finge o aparenta lo que no siente, o porque finge ser lo que no es.
La palabra hipócrita proviene del latín hypocrĭta, que se deriva del griego ὑποκριτής (hipocrités), que significa ‘actor o actriz’. Esta, a su vez, se desprende del verbo ὑποκρίσιν (hipocrísin), que traduce ‘actuar, pretender’. En su origen, el término hipócrita no tenía connotaciones negativas, pues hacía referencia a la función de desempeñar un papel, de actuar. Posteriormente, en esta misma cultura, se utilizó el término para referirse a aquellos que “actuaban” en la vida cotidiana, es decir, que fingían ser personas que no eran.
Si nos damos cuenta, con estas definiciones, Jesús no habla de los actores de los teatros griegos conocidos en su momento, habla de aquellos que fingen una vida religiosa, que en verdad no tienen en el interior. Hipócrita es quien desea demostrar algo para que los demás lo vean, pero en su corazón no está interesado en absoluto con esta forma exterior.
Hoy vemos a muchos personajes públicos que se acercan a la Iglesia para que los vean los demás. Es curioso para muchos de nosotros incluso cuando hay un uso excesivo de relaciones públicas con los sectores religiosos. Ejemplos abundan por todos los países y en todas las formas públicas. Y evidentemente nosotros los categorizamos como hipócritas.
Pero pensemos también en nosotros. ¿Qué hay en nuestro interior en la fe y en la relación con el Señor? Te invito a que te encuentres con Jesús en el interior, a Él puedes contarle de verdad lo que sientes. Si dices que ya los has hecho, pero no aún no ves los frutos, inténtalo tantas veces como sea necesario. La relación íntima, en lo secreto con el Señor, es lo que finalmente nos dará la recompensa. Pero no lo hagas buscando la recompensa, encuéntrate con Él por mantener esta hermosa relación que crece con el tiempo. No desesperes, no pierdas la calma. Con serenidad repite varias veces durante el día esta frase que está en la liturgia de las horas:
¡En tu voluntad, Señor, encontramos nuestra paz!
Esté es un esfuerzo conjunto entre la Fundación Ramón Pané y Zenit