Lunes XI Semana del Tiempo Ordinario Ciclo A
Reflexión de los evangelios diarios
Invocamos al Espíritu Santo
“Ven Espíritu Santo y llena de alegría y paz mi corazón. También dale sabiduría a mi mente para poder entender la Palabra de Dios”. Amén
Evangelio según San Mateo 5, 38-42
“Han escuchado que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’ (Éxodo 21:24; Levítico 24:20; Deuteronomio 19:21). Pero yo les digo que no se venguen de los que les hacen daño. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te lleva a juicio para quitarte la camisa, deja que también tome la capa. Si uno te obliga a llevar una carga un kilómetro, llévala dos kilómetros. Al que te pida, dale; y al que te pida prestado, no lo rechaces”.
Palabra del Señor
¿Qué dice el texto?
“Al que te pida, dale; y al que te pida prestado, no lo rechaces”.
¿Qué nos dice Dios el día de hoy a través del texto?
Muchos de nosotros hemos escuchado alguna vez el término: “regla de oro” y podemos sintetizarla en “no hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti”. Sin embargo, Jesús va más allá de esta regla, incluso la corrige en cierta manera, porque en el Antiguo Testamento donde se tuvo que poner un lineamiento de hasta dónde se debe “vengar” cuando le hacen daño. El Señor nos ofrece su nueva ley, que es ofrecer de sí mismo, más de lo que los demás esperan.
Hoy en día, cuando las noticias sobre el tema de la salud están moviendo tanto nuestros ánimos y corazones, podemos preguntarnos: ¿Qué es lo que cada uno debería hacer para poder cumplir con la propuesta del Señor?.
Tal vez no sea fácil, tal vez no haya más de dónde extraer para poder dar. Sin embargo, en el fondo de tu corazón debe haber algo que puedas hacer para poder cumplir, y así también poder estar con la tranquilidad del cumplimiento del Evangelio.
En el fondo es hacer un examen de conciencia sobre las cosas que sobran en nuestro corazón. (El rencor es una espina que nos lastima, por ejemplo). También de lo que podemos compartir, aunque sea nuestro tiempo.
Podrías tomar al menos el teléfono para saludar a alguna persona que tal vez por algún motivo te distanciaste, o bien usando la tecnología poner un texto a una persona que hace mucho no te comunicas. Aunque no lo creas, las cosas más pequeñas, nos ayudan a servir. ¿Acaso no te da alegría que alguien te escriba o te llame?
Busquemos siempre el bien de los demás y no rechacemos a nadie porque nos pida, o nos necesite. Tengamos también la amabilidad cristiana de poder decir con claridad si podemos ayudar en algo o no. Estos días de estar en casa y con ciertos miedos de intranquilidad por la situación de salud, nos deben preparar para mostrar la “Esperanza contra toda esperanza”. Tal vez ese sea el signo que más esperan de nosotros.
Te invito a que durante el día repitas esta frase del Salmo 37:
“Encomienda tu camino al Señor, confía en él y él actuará”
Esté es un esfuerzo conjunto entre la Fundación Ramón Pané y Zenit