Martes de la IV Semana de Pascua
Reflexión sobre los Evangelios diarios
Invocamos al Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo y llena mi vida de alegría y de paz mi corazón, otórgale sabiduría a mi mente para poder entender la Palabra de Dios.
Amén.
Evangelio según San Juan 10, 22-30
Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón.
Los judíos lo rodearon y le preguntaron: “¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente”.
Jesús les respondió: “Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.
Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen.
Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos.
Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre.
El Padre y yo somos una sola cosa”.
Palabra del Señor
¿Qué dice el texto?
“Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”.
¿Qué nos dice a nosotros hoy Dios en el texto?
El Capítulo 10 de San Juan si bien tiene un discurso muy importante, hay muchos diálogos, en este caso con los judíos que siguen insistiendo en ver signos y quieren que Jesús les aclare si es el Mesías… Aunque ellos han visto sus obras, les cuesta creer. ¿Acaso estos judíos que tanto acusamos… no se parecen a nosotros? Jesús insiste y tal vez nos insiste a nosotros: “ustedes no me creen”.
¿Cómo nos sentimos nosotros cuando Jesús vuelve a decirnos que no le creemos? La primera de las palabras de Jesús es para insistir en la fe, un tema recurrente en este Evangelio: Creer que jesús es el Mesías, el Señor.
La segunda idea también muy importante es el saber escuchar a Jesús. La palabra escuchar es muy distinta del oír. Escuchar es poner toda la atención, toda la voluntad para redireccionar mi vida con la Palabra Escuchada.
La idea es saber que hay muchos ruidos en nuestra vida, y así como una mamá de un niño pequeñito que está en una casa donde hay muchos sonidos, ella puede distinguir el sonido de su bebé en medio de tantos sonidos, de la misma manera debemos estar atentos a la voz del Señor que nos habla de tantas formas.
Jesús dice Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen.
Son tres momentos: Escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Y ante estos tres momentos de esa frase de Jesús nos preguntamos en forma personal:
- ¿Me preparo para estar atento a la voz de Jesús, mi único Pastor?
- ¿Me dejo conocer por el Señor? ¿Le permito que entre en mi vida y me haga suyo?
- ¿Soy capaz de seguir al Señor? ¿Lo sigo aún en las adversidades en que vivo?
Que este día, en las condiciones en donde estoy, pueda renovar mi pertenencia al Señor, saber que escucho su voz, que yo lo conozco y Él me conoce y me acepta, y con mis virtudes y defectos soy su seguidor, su discípulo.
Te invito a que repitas varias veces de manera que entre en tu corazón y en tu vida, esta frase:
“Señor, que siempre escuche tu voz y te siga”
Esté es un esfuerzo conjunto entre la Fundación Ramón Pané y Zenit