Miércoles de la XII Semana del Tiempo Ordinario
Reflexión de los Evangelios diarios
Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo llena de alegría y paz mi corazón y da sabiduría a mi mente para poder entender la Palabra de Dios. Amén
Evangelio según San Lucas 1, 57-80.
Llegó el momento para que Isabel tuviera el hijo, y ella dio a luz a un niño. Los vecinos y familiares se enteraron que Dios había hecho con gran bondad su misericordia hacia Isabel, y todos se alegraron con ella. Al octavo día, vinieron a circuncidar al niño y quisieron darle el nombre de su padre, Zacarías. Pero su madre dijo: “No. Será llamado Juan”.
Entonces le dijeron: “¡Pero no tienes a nadie en tu familia con ese nombre!”
Luego le hicieron señas al padre, preguntándole qué nombre quería ponerle al niño. Zacarías pidiendo una tablilla, escribió: “Su nombre es Juan”. Y todos estaban muy asombrados. En ese momento Zacarías pudo hablar nuevamente y comenzó a bendecir a Dios. Los vecinos tenían mucho miedo y todas estas cosas se divulgaban por toda la región montañosa de Judá. Todos los que escuchaban estas cosas, las guardaban en su corazón, diciendo: “¿Qué será ese niño? Porque, verdaderamente el poder del Señor estaba con él”.
Zacarías, el padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, comenzó a profetizar, diciendo:
“Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.
Él nos ha enviado un poderoso Salvador, de la casa de David, su siervo,
tal como lo dijo por medio de la boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libera de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian,
para hacer la misericordia con nuestros padres y recordarse de su santa alianza.
Este es el juramento que hizo a nuestro padre Abraham, para concedernos que,
una vez libres de las manos de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor,
en santidad y justicia delante de Él todos nuestros días.
Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo porque irás delante del Señor para allanar su camino,
para dar a su pueblo el conocimiento de la salvación a través del perdón de sus pecados,
a causa de las entrañas misericordiosas de nuestro Dios, nos visitará la aurora desde lo alto
para iluminar a todos los que viven en la oscuridad y en la sombra de la muerte, para guiar nuestros pasos en el camino de la paz”.
El niño crecía y se fortalecía en espíritu, y estaba viviendo en el desierto hasta el día en que apareció ante el pueblo de Israel.
Palabra del Señor
¿Qué dice el texto?
“…para iluminar a todos los que viven en la oscuridad y en la sombra de la muerte, para guiar nuestros pasos en el camino de la paz”.
¿Qué nos dice Dios hoy a través de este texto?
La Iglesia tiene memoria de tres nacimientos: El de nuestro Señor Jesucristo (25 de Diciembre) el la Bienaventurada Virgen María (8 de Septiembre y el de San Juan Bautista hoy 24 de Junio. Curiosamente las fechas de los nacimientos de Jesús y de San Juan Bautista tienen lugar en los solsticios de invierno y verano, dando así un realce desde la naturaleza a las mismas fiestas.
Es justo en el hemisferio norte, donde los días son los más largos. Y Zacarías hace un cántico especial que culmina con la visita del Sol naciente, o como dice esta traducción desde la aurora, para iluminar a los que viven en la oscuridad y en las sombras de la muerte.
Nosotros podríamos preguntarnos cómo interpretar este texto, cuando en muchos pueblos se ven esas sombras de tristezas y oscuridades, donde pareciera que no hay más salida… y sin embargo, Dios nos ofrece la esperanza de una vida nueva y mejor, donde Él guiará nuestros pasos por el camino de la paz.
Te invito a que releas esta oración en forma de un himno de acción de gracias que hace Zacarías y así unidos a toda la Iglesia, con esperanza damos gracias al Señor, ofreciendo nuestras manos abiertas para que Él nos otorgue sus gracias y sus bendiciones.
Para profundizar en esto repite varias veces en el día esta frase:
¡Dame tu luz, Señor, ¡y guíame por el camino de la paz!
Esté es un esfuerzo conjunto entre la Fundación Ramón Pané y Zenit