Miércoles de la V Semana de Pascua
Reflexión sobre los Evangelios diarios
Invocamos al Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo pues necesito tu asistencia, llena de alegría y paz mi corazón y da sabiduría a mi mente para poder entender la Palabra de Dios. Amén.
Evangelio según San Juan 15, 1-8
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía.
Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.
Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
Palabra del Señor
¿Qué dice el texto?
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
¿Qué nos dice hoy a nosotros Dios en el texto?
La liturgia de la Iglesia nos vuelve a recordar este texto tan importante para encontrarnos con el Señor. Lo habíamos visto a través de la palabra clave que era “Permanecer”. La permanencia nos mantiene unidos al Señor y su Palabra. Estar en Su Palabra, vivir de acuerdo a Su Palabra. Este adjetivo posesivo que ponemos antes de Palabra, es la pertenencia. Recordemos que “La Palabra” es nuestro Señor Jesús, el Cristo. Pertenecer a Él es estar con Él y en Él (como dice en la Liturgia la Doxología que recita el sacerdote) es una unidad indisoluble.
Pero entonces es bueno preguntarnos a nosotros mismos: ¿Porqué sentimos que la unidad en Cristo la perdemos? ¿De qué manera podemos perder esa unidad con el Señor?
Los que hemos vivido en zonas de viñedos entendemos bien esta parábola donde Jesús nos habla de palabras que no son comunes en todas las regiones. La palabra “sarmiento” es la rama que va unida al tronco, que en el invierno parece secarse y en la primavera vuelven los retoños y en el verano desde allí salen sus frutos. Si el viñador corta un sarmiento del tronco, evidentemente no pasará la savia para dar vida con las hojas y frutos.
No será acaso que por estar en un “invierno” (como lo es esta situación de salud) ¿creemos que nunca más llegará la primavera y el verano? Por eso, en este invierno de vida que nos toca vivir, debemos estar más que seguros que llegará un día un despertar, y obviamente no será igual, será diferente, será nuevo, y los frutos serán nuevos.
Hoy volvemos a ver que “permanecer” puede significar estar como en el invierno esperando una nueva primavera. Lo importante es estar unido a Jesús, y con esperanza volver a pedirle para nosotros la salud del cuerpo y del alma. Demos gracias a Dios por estar pasando estos momentos en los que la reflexión nos hace más cercanos, más unidos al tronco de la vida que es el Señor. Así, como dice Jesús podemos pedir con la seguridad de estar con Él y en Él lo que necesitamos para distinguir lo importante de lo superficial.
Te invito a que recuerdes esta frase repitiéndola durante el día:
¡POR CRISTO, CON ÉL Y EN ÉL, A TI DIOS PADRE OMNIPOTENTE!
Esté es un esfuerzo conjunto entre la Fundación Ramón Pané y Zenit