Viernes Santo de la Pasión del Señor 2020
Reflexión sobre los Evangelios diarios
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo llena de alegría y paz mi corazón y da sabiduría a mi mente para poder entender la Palabra de Dios. Amén.
Evangelio según San Juan 18, 1-18 (es la primera parte de la Pasión)
Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allí entró con ellos.
Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia.
Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas.
Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: “¿A quién buscan?”.
Le respondieron: “A Jesús, el Nazareno”. Él les dijo: “Soy yo”. Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos.
Cuando Jesús les dijo: “Soy yo”, ellos retrocedieron y cayeron en tierra.
Les preguntó nuevamente: “¿A quién buscan?”. Le dijeron: “A Jesús, el Nazareno”.
Jesús repitió: “Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejen que estos se vayan”.
Así debía cumplirse la palabra que él había dicho: “No he perdido a ninguno de los que me confiaste”.
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco.
Jesús dijo a Simón Pedro: “Envaina tu espada. ¿Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?”.
El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron.
Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año.
Caifás era el que había aconsejado a los judíos: “Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo”.
Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice, mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro.
La portera dijo entonces a Pedro: “¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?”. Él le respondió: “No lo soy”.
Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego.
Palabra del Señor
¿Qué dice el texto?
“Envaina tu espada. ¿Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?”.
“¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?”. Él le respondió: “No lo soy”.
¿Qué nos dice hoy Dios en este texto?
Dos ideas de esta primera parte de la Pasión según San Juan. Las dos están relacionadas con Pedro. La primera es su enojo y cólera para defender a Jesús, había herido a un servidor, Jesús lo reprende diciéndole: “¿Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?”. La segunda idea es el cambio de humor de Pedro, cuando niega conocer a Jesús. Es el mismo personaje, sin embargo, con personalidades muy diferentes.
Hoy Viernes Santo del 2020. ¿Recuerdas cómo fueron los anteriores Viernes Santos que has vivido? ¿Fuiste a alguna procesión? ¿Participabas en el Vía Crucis? ¿La Liturgia de la Adoración a la Cruz? Bueno, pues este año es muy diferente. Debido a la cuarentena que todos debemos pasar para cuidar nuestra salud y la de los demás del contagio, podemos, recordando a Pedro, pensar en todos los cambios de humor y actitudes que hemos tenido en estos días de confinamiento. Al principio seguramente te pareció raro tener que quedarte en casa, luego en el roce social con tus familiares y las personas con las que vives, en algún momento expresaste enojos y cóleras. ¿Cómo te encuentras tú, hoy en Viernes Santo? ¿Quieres negar a Jesús? ¿Quieres volver a repetirle por enésima vez dónde estás Señor que no te veo? ¿Estás frustrado por unos días de descanso que pensabas salir a otro lugar y no has podido hacerlo?
Jesús nos recuerda que hay un “cáliz” que beber. Una transformación, una “metanoia” como se dice en griego. Y como decíamos el otro día, no hay Cristianismo sin Cruz y no hay Viernes Santo sin un Domingo de Resurrección. Te invito a que repitas varias veces en este día tan solemne esa frase que a veces repetimos en la Eucaristía. Y así vas asimilándote con Cristo, para vivir con Él y en Él:
¡POR TU CRUZ Y RESURRECCIÓN, NOS HAS SALVADO SEÑOR!
Esté es un esfuerzo conjunto entre la Fundación Ramón Pané y Zenit