Sábado XII Semana del Tiempo Ordinario
«Di una palabra»
📘 Primera Lectura: Génesis 18, 1-15
Alzando los ojos, divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la carpa y se inclinó hasta el suelo,
diciendo: «Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de largo delante de tu servidor.
Yo haré que les traigan un poco de agua. Lávense los pies y descansen a la sombra del árbol.
Mientras tanto, iré a buscar un trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir adelante. ¡Por algo han pasado junto a su servidor!». Ellos respondieron: «Está bien. Puedes hacer lo que dijiste».
Abraham fue rápidamente a la carpa donde estaba Sara y le dijo: «¡Pronto! Toma tres medidas de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas».
Después fue corriendo hasta el corral, eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo entregó a su sirviente, que de inmediato se puso a prepararlo.
Luego tomó cuajada, leche y el ternero ya preparado, y se los sirvió. Mientras comían, él se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol.
Ellos le preguntaron: «¿Dónde está Sara, tu mujer?». «Ahí en la carpa», les respondió.
Entonces uno de ellos le dijo: «Volveré a verte sin falta en el año entrante, y para ese entonces Sara habrá tenido un hijo». Mientras tanto, Sara había estado escuchando a la entrada de la carpa, que estaba justo detrás de él.
Abraham y Sara eran ancianos de edad avanzada, y los períodos de Sara ya habían cesado.
Por eso, ella rió en su interior, pensando: «Con lo vieja que soy, ¿volveré a experimentar el placer? Además, ¡mi marido es tan viejo!».
Pero el Señor dijo a Abraham: «¿Por qué se ha reído Sara, pensando que no podrá dar a luz, siendo tan vieja?
¿Acaso hay algo imposible para el Señor? Cuando yo vuelva a verte para esta época, en el año entrante, Sara habrá tenido un hijo».
Ella tuvo miedo, y trató de engañarlo, diciendo: «No, no me he reído». Pero él le respondió: «Sí, te has reído».
📗 Salmo Lucas 1, 46-47.48-49.50.53.54-55
«Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque él miró con bondad la pequeñez de tu servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz».
Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquellos que lo temen.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre».
📖 Evangelio según San Mateo 8, 5-17
5 Cuando Jesús entró en la ciudad de Cafarnaúm, un oficial romano fue a su encuentro y le pidió, 6 diciendo: “Señor, mi criado está en casa paralizado, sufriendo terriblemente”.
7 Jesús le dijo: “Yo iré para sanarlo”.
8 El oficial romano le respondió: “¡Señor! no soy digno de que vengas a mi casa, solo di una palabra y mi criado será sanado; 9 porque también estoy bajo la autoridad de oficiales superiores y tengo soldados que obedecen mis órdenes, y cuando le digo a uno: ‘Ve’, él va; y si digo a otro: ‘Ven aquí’, él viene, y si le digo a mi siervo: ‘Haz esto’, él lo hace.”
10 Cuando Jesús escuchó esto, se sorprendió mucho y dijo a los que lo seguían: “Ciertamente les digo que ¡nunca he visto tanta fe en ninguno en Israel! 11 Y les digo que muchas personas vendrán del Este y del Oeste y se sentarán a la mesa en el Reino de los Cielos con Abraham, Isaac y Jacob, 12 pero los hijos del Reino serán arrojados a la oscuridad, y allí llorarán y rechinarán los dientes con desesperación”.
13 Luego Jesús dijo al oficial: “Ve a casa y se hará como has creído”. Y en ese momento el criado del oficial romano fue sanado.
14 Jesús fue a la casa de Pedro y vio a su suegra con fiebre. 15 Jesús le tocó la mano y la fiebre se le quitó. Luego se levantó y comenzó a servirle.
16 Después del atardecer, la gente trajo a Jesús muchas personas que estaban dominadas por demonios, y Él, con su palabra, expulsó a los espíritus malignos y sanó a todos los enfermos; 17 esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: “Tomó nuestras debilidades y llevó nuestras enfermedades” (Isa 53:4).
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR