«Ningún profeta es bienvenido en su propia tierra»
Hno. Ricardo Grzona, frp
Cristian Buiani, frp
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PRIMERA LECTURA: Jeremías 1, 4-5. 17-19
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 71(70), 1-2.3-4a.5-6ab.15ab.17
SEGUNDA LECTURA: 1 Corintios 12, 31—13,13
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Lucas 4, 21-30
21 Entonces comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura en sus oídos”.
22 Todos hablaban bien de Jesús y se maravillaban de las palabras llenas de gracia que salían de su boca, y decían: “¿No es éste el hijo de José?”
23 Entonces Jesús les dijo: “Sin duda me repetirán el dicho: ‘Médico, cúrate a ti mismo. Hemos oído todas las cosas que sucedieron en Cafarnaúm, ahora haz lo mismo aquí, en tu propia ciudad”.
24 Él dijo: “Ciertamente les digo que ningún profeta es bienvenido en su propia tierra. 25 Pero en verdad les digo que había muchas viudas en Israel en la época del profeta Elías, cuando no llovió durante tres años y seis meses, y hubo mucha hambre en toda la tierra, 26 pero Dios no envió a Elías a ninguna de las viudas que vivían en Israel, sino solo a una viuda que vivía en Sarepta de Sidón (1 Re 17:9). 27 También había muchos leprosos en Israel en la época del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino solo Naamán el sirio fue sanado” (2 Re 5:14).
28 Cuando oyeron estas cosas, todos en la sinagoga estaban muy enojados; 29 se levantaron, arrastraron a Jesús fuera de la ciudad y lo llevaron a la cima de la montaña donde se construyó la ciudad, para arrojarlo allí; 30 pero Él pasó a través del medio de ellos y se fue.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
Es en Galilea donde se inicia la misión de Jesús, específicamente en la zona norte de Palestina en donde se encuentra la ciudad en la que se crio: Nazaret. Allí Jesús era conocido por lo habitantes del pueblo.
En las reuniones de la sinagoga no había predicador oficial, sino que el jefe de la misma solía invitar a uno de los presentes a leer y explicar los textos sagrados. Así es que en esta oportunidad le tocó a Jesús explicar las escrituras, a partir de un pasaje del libro de Isaías (Is. 61. 1-2). En este celebre texto del profeta Isaías se ve resumida la misión de Jesús: “Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Jesús no solo lee la Escritura, sino que la cumple. Jesús se atribuye este fragmento así mismo diciendo: “hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. De esta manera Jesús se proclama como el Mesías que el pueblo esperaba desde tanto tiempo. Imaginemos la conmoción causada en la sinagoga, ante ellos había uno que se atribuía las palabras del profeta Isaías.
Las primeras reacciones fueron de admiración, las palabras de Jesús convencían, atraían e iluminaba los presenten. Pero esta misma admiración los condujo a dudar. Esperaban un Mesías grande, poderoso y no un humilde de Nazaret. Sus padres eran conocidos, José y María, acaso como iba a ser posible que el hijo de estos sea el Mesías. Estos le piden a Jesús que realice en su patria todo lo que han oído ocurrir en Cafarnaúm.
Jesús conocía los pensamientos, y las dudas de estos es por eso que explicito sus pensamientos y expone la realidad de los nazarenos en comparación a la fe de los extranjeros. Y utiliza la celebre frase “ningún profeta es aceptado en su patria”, con estas palabras se enciende el rechazo de los presentes hacia Jesús.
Jesús trae a la memoria situaciones relatadas en las escrituras en las que se pone de manifiesto el paso de Dios en otros pueblos; el caso de la viuda de Sarepta y el de Naamán el sirio. Claramente el pueblo de Nazaret no comparte la “visión amplia” de Dios que Jesús experimenta y expone, sino más bien que se encierran a su propia comunidad, siendo de esta forma incapaces de reconocer a Dios fuera de ella.
Y por otro lado Jesús mencionando estas dos situaciones de las escrituras, remarca que Elías y Eliseo realizaron signos divinos entre paganas y obtuvieron mejores frutos.
Estas últimas palabras de Jesús generó en la sinagoga sentimientos de rechazó y de furia hacia la persona de Jesús. A tal punto que algunos intentaron poner en peligro su vida, conduciéndolo a las afueras de la ciudad para despeñarlo. Pero Jesús sabiendo que ésta no es su “hora” y conservando la calma pasa en medio de ellos y sigue su camino.
Esta lectura tiene de paradójico un cambio inexplicable en los sentimientos y en la percepción de los nazarenos hacia Jesús, al principio todo era admiración y tan solo minutos después rechazo y odio.
Reconstruimos el texto:
- ¿Qué dice Jesús a los presentes sobre la lectura que acababa de leer?
- ¿Cuáles eran los sentimientos y actitudes de estos al principio para con Jesús?
- ¿Qué preguntas se realizaban acerca del origen de Jesús?
- ¿Qué le piden a Jesús que realice en su “patria”? ¿Con que célebre frase responde Jesús?
- ¿Cuáles son los relatos de las escrituras que Jesús trae a la memoria? ¿Qué pasaba con estos?
- ¿Cómo reaccionaron los presentes al escuchar estas palabras de Jesús? ¿Qué intentan hacer con él? ¿Qué hizo Jesús en ese momento?
2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
- ¿A veces suelo creer conocer muy bien a Dios y de esta manera dejo de buscar conocerle un poco más? ¿Entiendo que las palabras de Jesús son siempre actuales, y que por lo tanto tienen algo para decirme?
- ¿Me dejo sorprender cada día por Dios, o estoy viviendo la fe desde el aburrimiento y la rutina? ¿Y sí mantengo una actitud de “sorpresa” ante el paso de Dios en mi vida, que puede cambiar? ¿Aumentaría mi esperanza?
- ¿Vivo el gozo que nace de las promesas de Dios? ¿Qué son para mí estas promesas, son actuales, de que forma me involucran?
- ¿Suelo pedir signos para facilitar mi fe? ¿Al igual que los nazarenos, me parece injusto que Dios exprese signos y prodigios para con quienes supuestamente están más “alejados” y no conmigo? ¿Acepto a Dios por lo que es en sí mismo, o lo acepto según mis propios intereses o por cuanto quiero que haga en mi favor?
- ¿Qué me dice a mí la situación ocurrida en la sinagoga de Nazaret, de que quienes supuestamente más conocían a Jesús eran quienes en realidad más lo desconocían? ¿Cómo evitar que nos ocurra esto en nuestra vida de fe?
- ¿Comprendo que Jesús pone su mirada de forma especial en quienes están alejados? ¿Quiénes son los “alejados” de mi tiempo? ¿Comprendo que como cristiano estoy llamado a ir al encuentro de estas personas y ofrecerles la alegría de la vida en Cristo?
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Hoy Señor al recordar las promesas que has realizado para con tu pueblo,
nace en mi la gratitud y la alegría.
Te doy gracias por el don de la vida, y por llamarme a ser tu Hijo.
Quiero aceptarte y amarte Dios mío por lo que eres,
y no por lo que pudiera llegar a querer que fueras,
o por cuanto pudieras obrar en mi favor.
Quiero gastar mi vida, gota a gota para anunciar tus prodigios.
Tus palabras Señor, resuenan en mi mente y están grabadas en mi corazón.
Te pido que sepa vaciarme de cuanto te ofende,
para poder llenarme solo de ti.
Que nunca pierda la capacidad de asombrarme de tus obras,
y de maravillarme de tu amor.
Señor que cada día encuentre en la Fe una novedad para mí.
– AMÉN –
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:
«Ningún profeta es aceptado en su patria»
(Versículo 24)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Me propondré registrar durante la semana las sorpresas y novedades del paso de Dios durante el día. Al finalizar la semana repasaré estas sorpresas y daré gracias a Dios por el amor que me tiene. Pienso en alguna persona que este viviendo con dificultad su fe cristiana, y le propondré realizar esta misma actividad a partir de mi experiencia.
En el grupo, nos comprometemos a ser una comunidad maravillada por los signos de Dios. Evaluamos necesidades materiales, y tambien espirituales de quienes nos rodean, y en grupo nos acercaremos a ellos intentando abarcar sus necesidades, de la misma forma en que Jesús lo hizo (y lo hace) con los más alejados (periferias existenciales).