«El pueblo que vivía en la oscuridad vio una gran luz»
Hno. Ricardo Grzona, frp
Cristian Buiani, frp
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PRIMERA LECTURA: Isaías 8, 23-9, 3
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 27 (26),1.4.13-14
SEGUNDA LECTURA: 1 Corintios 1, 10-13.17
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Mateo 4, 12-23
12 Cuando Jesús supo que Juan había sido arrestado, fue a la región de Galilea. 13 No se quedó en Nazaret, sino que se fue a vivir a la ciudad de Cafarnaúm, junto al lago de Galilea, en las regiones de Zabulón y Neftalí. 14 Esto sucedió para que se cumpliese lo que el profeta Isaías había dicho:
15 “Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del río Jordán, ¡Galilea, donde viven los paganos! 16 El pueblo que vivía en la oscuridad vio una gran luz; para aquellos que permanecían en la oscura región de la muerte, una luz amaneció para ellos” (Isa 9:1.2)
17 Desde entonces, Jesús comenzó a predicar y a decir: “¡Conviértanse porque el Reino de los Cielos está cerca!”
18 Jesús estaba caminando por el lago de Galilea cuando vio a dos hermanos: Simón, también llamado Pedro y Andrés, su hermano. Estaban echando las redes en el lago porque eran pescadores. 19 Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores de personas”. 20 De inmediato dejaron las redes y lo siguieron.
21 Un poco más adelante, Jesús vio a otros dos hermanos: Santiago (Jacobo), el hijo de Zebedeo, y Juan, su hermano, estando en la barca con su padre, Zebedeo, arreglando sus redes. Jesús los llamó. 22 De inmediato, dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
23 Jesús caminaba por Galilea, enseñando en las sinagogas, predicando la buena noticia del reino y sanando las enfermedades y dolencias de la gente.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
El Evangelio de este domingo relata los inicios de la vida pública de Jesús en las ciudades y en los poblados de Galilea. Su misión no parte de Jerusalén, es decir, del centro religioso, centro incluso social y político, sino que parte de una zona periférica, una zona despreciada por los judíos más observantes, con motivo de la presencia en esa región de diversas poblaciones extranjeras; por ello el profeta Isaías la indica como «Galilea de los gentiles» (Is 8, 23).
Es una tierra de frontera, una zona de tránsito donde se encuentran personas de diversas razas, culturas y religiones. La Galilea se convierte así en el lugar simbólico para la apertura del Evangelio a todos los pueblos. Desde este punto de vista, Galilea se asemeja al mundo de hoy: presencia simultánea de diversas culturas, necesidad de confrontación y necesidad de encuentro.
Partiendo de Galilea, Jesús nos enseña que nadie está excluido de la salvación de Dios, es más, que Dios prefiere partir de la periferia, de los últimos, para alcanzar a todos.
La salida de Jesús nace al tomar conocimiento del arresto de Juan, es decir, su sensibilidad lo moviliza y lo hace “salir”. Y esto mismo ocurrió para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías. Los cinco nombres geográficos que cita el profeta, señalan las regiones del norte de Galilea y de la Transjordania que fueron conquistadas por los asirios en el año 734 a. C. Las primeras palabras que predica Jesús serán el compendio de toda su misión, bien podríamos decir que en estas palabras encontramos un resumen de todas sus predicaciones: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”. Este reino ya está cerca, más aún, ya ha venido a nosotros, porque Jesús no anuncia un reino terreno, delimitado en el espacio y en el tiempo; anuncia que Dios es quien reina, que Dios es el Señor, y que su señorío está presente, es actual, y se está realizando.
Jesús comienza su misión no sólo desde un sitio descentrado o periférico, sino también con hombres que se catalogarían, así se puede decir, «de bajo perfil». Para elegir a sus primeros discípulos y futuros apóstoles, no se dirige a las escuelas de los escribas y doctores de la Ley, sino a las personas humildes y a las personas sencillas, que se preparan con diligencia para la venida del reino de Dios. Jesús va a llamarles allí donde trabajan, a orillas del lago: son pescadores. Se trata de la llamada a los primeros discípulos, los hermanos Simón y Andrés, y luego a los otros dos hermanos, Santiago y Juan. Les llama, y ellos le siguen, inmediatamente. Dejan las redes y van con Él: su vida se convertirá en una aventura extraordinaria y fascinante. Cuando estos se encuentran justo en medio de su trabajo, oyen la llamada de Jesús y no dudan un solo momento; no dicen. «Déjanos regresar a casa para hablar con nuestra familia». Cuando aún no habían visto ningún milagro, creyeron en una promesa tan grande y renunciaron a todo para seguirle. Pensemos que en este momento Jesús no era conocido del modo en que lo será más tarde con sus predicaciones y/o milagros. Experimentaron la fascinación de la luz secreta que emanaba de Él, y sin demora la siguieron para iluminar con su fulgor el camino de su vida. Esta es la luz a la que se refiere el profeta Isaías, y que el evangelista introduce en el evangelio de este día.
Los últimos dos versículos del evangelios no muestran la actividad de Jesús, y la novedad de su mensaje, nos dice que en Él, Dios se ha hecho cercano, que ya reina en medio de nosotros, como lo demuestran los milagros y las curaciones que realiza.
Preguntas para recordar el texto bíblico:
- ¿Cuál es la región a la que se dirige Jesús al tomar conocimiento del arresto de Juan? ¿Cuál es la ciudad en la que se establece?
- ¿Qué dice la profecía de Isaías y que debía de cumplirse?
- ¿Cuáles son las palabras de Jesús en su primera predicación?
- ¿Cuáles eran los nombres de los dos primeros hermanos a los cuales llamo Jesús? ¿Qué estaban haciendo estos?
- ¿Con que palabras Jesús los llamó? ¿De qué modo respondieron estos?
- ¿Y el nombre de los otros dos hermanos? ¿Qué se encontraban haciendo estos? ¿De qué modo siguieron a Jesús?
- ¿Qué gestos y obras acompañaban a Jesús en su paso por Galilea?
- ¿Qué ocurrió como consecuencia de su conocimiento en la región?
2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
- ¿De qué modo interpreto en mi vida la profecía de Isaías? ¿Es Jesús la luz que vino a iluminar mi vida? ¿De qué modo?
- ¿“Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”, interpreto estas palabras de Jesús a modo personal? ¿Entiendo que la conversión es un proceso que dura toda la vida? ¿Suelo caer en la tentación de creer que ya estoy “convertido”, y que son los otros quienes deben convertirse?
- ¿Entiendo que al igual que los hermanos Simón y Andrés, y Santiago y Juan, Jesús del mismo modo salió a mi encuentro y me invito a seguirlo? ¿A ellos los encontró pescando y arreglando redes; y yo que estaba haciendo de mí vida cuando Jesús me salió al encuentro? ¿Sentí su invitación al seguimiento? ¿Cuál fue y es hoy mi respuesta?
- ¿Hay algo que me condiciona o me ata para poder seguir a Jesús? ¿Comprendo que para seguir a Jesús debo dejar muchas cosas, pero que en este proceso de “dejar” encuentro la verdadera libertad?
- ¿De qué modo la actividad de Jesús en Galilea puede iluminar mi apostolado y la tarea pastoral de toda la comunidad? ¿Jesús proclamaba el Reino, y se hacía cercano a los sufrientes, es este mi plan de vida: Dios y mi prójimo? ¿De qué modo puede identificarme más con este Jesús cercano y “empático”?
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
SEÑOR, VEN A MI
En éste instante me entrego a Ti,
Como instrumento para Tu tarea.
ENTRA SEÑOR EN MI CUERPO
Te entrego mis ojos, para que Tu mirada inunde de LUZ,
a los hombres;
Te entrego mi lengua, para que Tu palabra los colme
de sabiduría y esperanza;
Te entrego mis oídos, para que escuches el llanto de los que sufren
y la risa de los niños;
Te entrego mis manos, para que sanes a los enfermos
y acaricies a todos los seres;
Te entrego mis pies, para que camines por el mundo.
ENTRA SEÑOR EN MI CORAZÓN
Desde aquí, irradia AMOR a todo lo viviente:
Trasmuta deseos y pasiones, en sentimientos de alegría,
compasión, ternura y armonía.
ENTRA SEÑOR EN MI MENTE
Desde aquí, irradia Tu PAZ;
Disuelve todos los pensamientos negativos
que separan a los hombres de Ti.
TE AMO SEÑOR, CON TODO MI CORAZÓN,
MI CUERPO Y MI MENTE
MAS YA NO SOY YO,
SINO TU, EN MI
Y EL PADRE EN NOSOTROS.
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.
-Amén-
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
«El pueblo que vivía en la oscuridad vio una gran luz»
(Versículos 16)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
En lo personal, vuelvo a leer la lectura. El evangelio de hoy me hace revisar mi modo de ser discípulo. Es por ello que centraré mi vida en el servicio a Dios y a mí prójimo. Un modo concreto de hacerlo es realizar una obra de caridad con quien esté sufriendo o esté pasando un momento difícil y de este modo manifestar la cercanía de Dios.
Con tu grupo, volvemos a leer la lectura. A partir de lo reflexionado decidimos realizar una actividad evangelizadora en nuestra comunidad para que nuevos discípulos se integran a la vida de la iglesia en el seguimiento de Cristo.