«Fueron y proclamaron a todos que deberían arrepentirse»
Hno Ricardo Grzona, frp
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PRIMERA LECTURA: Amós 7, 12-15
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 85(84), 9ab-10.11-12.13-14.
SEGUNDA LECTURA: Efesios 1, 3-14
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Marcos 6, 7-13
7 Entonces llamó a los doce y los envió de dos en dos, dándoles autoridad para expulsar los espíritus malignos. 8 Les dio órdenes de no llevar nada en el viaje, solo un bastón para apoyarse, no debían llevar comida, ni bolsa de dinero en el cinturón. 9 Sólo podían ponerse sandalias y no debían llevar dos túnicas. 10 Y les decía: “Cuando ingresen a una ciudad, quédense en la casa donde los recibieron hasta que salgan de esa ciudad. 11 Pero si en algún lugar la gente no los recibe y no los escucha, váyanse de allí, y al salir sacúdanse el polvo de la planta de las sandalias como señal de protesta contra esas personas”.
12 Entonces los discípulos fueron y proclamaron a todos que deberían arrepentirse de sus pecados. 13 Expulsaban a muchos demonios y curaban a muchos enfermos poniendo aceite en sus cabezas.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
Este es el XV Domingo del Tiempo Ordinario, y la liturgia nos sigue conduciendo en la lectura del Evangelio de San Marcos. Este es un texto tiene un carácter profundamente “apostólico”, ya que describe muy bien el llamado, envío y misión de los Apóstoles. El termino apóstol, proviene del griego, y significa “enviado”.
La primera observación que cabe hacer es citar las primeras palabras con la que comienza el relato “Llamó a los doce”, es importante tener en cuenta esto, es Jesús quien llama, convoca, e invita a la misión. Esto mismo ocurre en toda la historia de la salvación, desde Abraham hasta la Iglesia en nuestros días, Jesús convoca a hombres y mujeres para que lleven su Palabra, para que cumplan una misión encomendada. Y lo hace dando ciertas pautas que deberían cumplir, para que la misión sea provechosa, y para que sean verdaderos apóstoles del Señor. Deben ir despojados de elementos y costumbres que no representan la Buena Nueva a la que están llamados a predicar con sus palabras, y con su vida.
Las condiciones para recorrer el mismo camino de Jesús son pocas pero fundamentales, éste es estrecho, exige sacrificio, y una entrega total.
Los envía de dos en dos, para que estén más cercanos el uno al otro; como dice Eclesiastés 4,9, “Mejor dos juntos que uno solo. Si uno cae, lo levanta su compañero”. Dos apóstoles juntos son signo de comunión y fraternidad, estás eran características propias del Cristianismo en sus primeros años, que atraían y maravillaban a tantos pueblos paganos que terminaban convirtiéndose.
Jesús les otorga el poder sobre los espíritus inmundos, este es el signo de los apóstoles, que impregnados por la presencia de Dios hacen prevalecer el bien, purificando las almas de toda opresión, y de tantas maldades que oscurecen la vida.
Les ordena que no lleven nada para el camino, llamados a ser siervos humildes, y confiados en la providencia de Dios. Al indicarles lo que no deben llevar, les manifiesta cuan distante debe estar de ellos el deseo de riqueza. Lo único que remarca que pueden llevar es un bastón, hoy lo conocemos como báculo pastoral, utilizado por los obispos como distintivo, que expresa el poder recibido del Señor, especialmente para atraer a las ovejas que se van del redil. No vestir dos túnicas significa abandonar la abundancia, y la doblez.
No los envía a predicar a grandes ciudades, o auditorios, sino a casas de familia de lugares pobres y humildes, donde la semilla del Reino prende con más docilidad. Jesús les hace algunas advertencias sobre lo que iban a vivir en las distintas casas que visitaran, y la forma de comportase según la situación.
“Cuando entren en una casa, quédense allí hasta que se marchen”, signo de hospitalidad, y de buen comportamiento para con las familias que los reciben. “Si en un lugar no los reciben ni los escuchan, salgan de allí y sacudan el polvo de los pies como protesta contra ellos”, este es un gesto simbólico que expresaba que no se tenía nada en común con los habitantes de esa casa o ciudad.
Luego de esto los apóstoles salen a la misión, y el evangelista rescata las principales características de esta. La predicación, unida al llamado a la conversión, expulsión de demonios, y curación de enfermos; ungiéndolos con óleo. En el uso del óleo, se manifiesta la costumbre de la Iglesia de ungir a los endemoniados y enfermos, infundiéndoles la gracia del Espíritu Santo. La unción significa, la misericordia de Dios, el remedio de la enfermedad, y la purificación del corazón, manifestando tanto la dimensión corporal como espiritual.
Los doce apóstoles son el signo más evidente de la voluntad de Dios, con respecto a la existencia y la misión de la Iglesia. Cristo esta presente hoy en su pueblo a través de la Iglesia, construida sobre el fundamento de los apóstoles, esta viva por la sucesión de los Apóstoles. Así tambien los laicos, por el bautismo forman parte de la misión profética de Cristo, y están llamados a vivir en plenitud su vocación discipular.
Reconstruimos el texto:
- ¿De que forma envía Jesús a los Apóstoles? ¿Qué poder les otorga?
- ¿Qué les ordena que no llevaran en el camino?
- ¿Y con respecto a la vestimenta, como debían ir?
- ¿Qué les pide que hagan en aquellas casas en que les den alojamiento?
- ¿Y en aquellas que se le niegue alojamiento, o sean tratados con indiferencia?
- ¿En la misión de los apóstoles, que otras obras acompañan a la predicación?
2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
- ¿Qué significa para mí ser Apóstol de Cristo? ¿Elegí serlo, o por sobre todas las cosas me siento llamado, y convocado por Dios? ¿Entiendo que es un don, regalo del Señor que puso sus ojos en mí? Ser Apóstol es también una tarea. ¿Pongo mi esfuerzo, para hacer la voluntad de Dios, y ser su fiel reflejo?
- ¿Entiendo que el Bautismo me dio la dignidad de Profeta, y como tal tengo que salir a llevar la Buena Nueva a los demás? ¿Hablo de la Palabra del Señor en mi entorno, y lugares cotidianos? ¿Hay algo que me frena a hacerlo?
- ¿Qué llevo en mi camino discipular, que me hace poner en el centro de mi vida, cosas que me hacen errar y perderme? ¿Entre ellas están los objetos materiales, el éxito, el placer, la ambición? ¿Estoy dispuesto a llevar conmigo sólo lo necesario e indispensable? ¿Me cuesta desprenderme?
- ¿Mi anuncio, o predicación va acompañado de obras de caridad, para con los necesitados y enfermos? ¿Entiendo que mi anuncio de la Buena Nueva como apóstol no debe ser sólo “oral”, sino también testimonial, es decir anunciar con mi propia vida? ¿Cómo es mi testimonio de vida cristiana hoy? ¿Es coherente?
- ¿Cómo Apóstol busco configurarme según la imagen de mí Maestro y Señor? ¿Busco pensar, actuar, y amar al estilo de Jesús? ¿Lo intento o me comprometo a hacerlo, a pesar de saberme débil? ¿Me encomiendo al Señor para que me fortalezca siempre?
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
AQUÍ ME TIENES, SEÑOR,
dispuesto a todo lo que quieras de mí,
dispuesto a vivir con alegría tu Buena Noticia.
Dispuesto a hacerla posible en el ambiente en que me muevo,
con palabras y con obras,
con humildad, pero también con firmeza.
Envíame, Señor, por los caminos del mundo,
escasos de poder y dinero, pero ricos en solidaridad y cariño.
Que, al igual que a todos mis hermanos,
me duela ver la gente que no es feliz,
pero sobre la gente pequeña y sencilla que sufre,
que no dispone de lo necesario para vivir dignamente.
Que, al igual que a todos mis hermanos,
me arda el corazón y la cabeza
para que sea capaz de contagiar de amor y de esperanza
la pobre realidad que me envuelve.
AQUÍ ME TIENES, SEÑOR,
dispuesto a obedecer siempre la voluntad del Padre buscada,
aunque a veces me resulte muy difícil.
Aquí me tienes, Señor,
dispuesto a andar los caminos de la vida a tu lado,
aprendiendo de ti a ser feliz
y ayudando a otros a que también lo sean.
AQUÍ ME TIENES, SEÑOR,
dispuesto a participar con mis hermanos y compañeros
en todas aquellas iniciativas que generen justicia y paz
para cada uno de nosotros y para el mundo entero.
Aquí me tienes, Señor,
caminando contigo, Señor de la vida,
experimentando que me amas como un padre ama a sus hijos.
¡ESCUCHA, OH DIOS, MI ORACIÓN CONFIADA!
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.
Añadimos nuestras intenciones de oración y decimos:
Amén.
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:
«fueron y proclamaron a todos que deberían arrepentirse»
(Versículo 12)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Hoy el Señor me invita a recordar que soy llamado a ser apóstol. Como tal me comprometo a anunciar la alegría del evangelio, primero en mi entorno más cercano, familia y amigos. Para ser un verdadero apóstol, debo acompañar mi anuncio de obras. Por lo que consultaré en “Cáritas” o en algún centro asistencial, cuales son las necesidades que presentan para hacer mi donación, especialmente mi tiempo
En el grupo, nos comprometemos a ser una comunidad de Apóstoles, que anuncian lo bueno y bello de la vida en Cristo. Imitamos la misión de los apóstoles que el evangelio de hoy nos presenta, acercándonos a enfermos, para llevarles nuestra cercanía, consuelo, y el tesoro precioso de la Palabra de Dios. Comprometiéndonos a orar por ellos, y sus familias.